Alrededor del término derridiano de deconstrucción nos encontramos con numerosas connotaciones metafóricas relativas a la arquitectura: deconstruir significaría desmontar algo que se ha construido. De esta forma se le asociaba un significado negativo y opuesto a términos como orden y sistematización. El presentar elementos del mundo natural de un modo objetivo pero de difícil o nulo reconocimiento por parte del espectador, provoca incertidumbre y paradojas. Se pretende reducir a la nada o a un mero concepto un elemento complejo como un ser animado, de tal forma que su lectura sólo puede hacerse a través de figuras retóricas como la metáfora o la metonimia. A través de la deconstrucción negamos la posibilidad de denotar, de establecer los puentes hacia el sujeto representado.

Este proyecto se entronca con líneas neo documentales en donde el carácter científico de la imagen subyace y se pone de manifiesto a través de los elementos representados. Elementos de una gran complejidad como un esqueleto de un ser vivo que son reducidos a sus elementos mínimos de comprensión. De esta forma, a través de su deconstrucción, invocamos una nueva estrategia, una nueva práctica de lectura del objeto.